JUANJO ESPINA: No teníamos ningún derecho

Juanjo Espina es consultor logístico. CEDIDA

“Que el mundo es y será una porquería ya lo sé, en el 506 y en el 2000 también”. Con esta frase comienza uno de los tangos más famosos compuesto por Enrique Santos Discépolo en el año 1934. 

Recuerdo que cuando Serrat, en esa época reivindicativa que han tenido todos los cantautores, lo interpretaba hablando “del siglo XX difícil, complicado y marrullero que nos ha tocado vivir a todos, que queramos o no queramos nos toca transitar a todos juntos”, poco podríamos imaginar que el siglo XXI sería igual o peor.

Estos días de confinamiento he tenido tiempo de leer, de escuchar música, de escribir, y en este deambular de la mente, hacía muchas preguntas sin respuesta, y ha habido una que constantemente golpeaba en mi cabeza.

¿Qué derecho tenemos nuestra generación de dejar a nuestros hijos un mundo tan desolado?

Un mundo por el que muchos de los que nos han dejado en estos últimos meses lucharon hasta la saciedad, sacrificándose en su trabajo, en la concepción de la familia, en el concepto del esfuerzo, de la solidaridad, de la integridad, y ahora que los hemos dejado morir, no sabemos cómo explicar a nuestros hijos que ellos van a vivir peor que nosotros.

¿Qué derecho tenemos nosotros de haber vapuleado su futuro con tanto egoísmo material?

¿Qué derecho tenemos nosotros a decirles que no salgan a la calle, cuando la calle fue siempre lugar de reivindicaciones y logros?

¿Qué derecho tenemos nosotros a explicarles las leyes de la política cuando ven a unos políticos sin leyes?

¿Qué derecho tenemos nosotros en explicarles que a través del esfuerzo conseguirán sus anhelos cuando ven injusticias sociales todos los días?

¿Qué derecho tenemos nosotros a aleccionarlos en el diálogo cuando ven que el enfrentamiento y la bronca son las armas más destructivas que existen?

¿Qué derecho tenemos a explicarles que hay pilares básicos en una sociedad que son innegociables cuando ven como los sanitarios enferman cada día?

¿Qué derecho tenemos a animarles a que se impliquen en un mundo mejor cuando la sociedad se autodestruye diariamente?

Nos equivocamos, sí, hemos sido la generación del error. La generación que pensábamos que el poder se asociaba con tener, y no con ser, que se asociaba con obtener y no con dar.

Ahora tenemos que explicarles que nos equivocamos y que les dejamos un mundo para reconstruir, por encima y sobre todo, en valores.

No teníamos ningún derecho en poner en sus manos la reconstrucción de lo que nosotros mismos por nuestra incompetencia, avaricia y codicia hemos destruido.

NO TENÍAMOS NINGÚN DERECHO.

Espero que a ellos no les pasen la factura 

Juanjo Espina es consultor logístico

Miembro de Empresaris de Tarragona