El presidente del Grupo Rosell, compañía familiar con diversas líneas de negocio básicamente vinculadas al sector inmobiliario y al turismo, gestiona decenas de apartamentos turísticos a través de TarragonaSuites, lo que le convierte en una voz muy autorizada sobre el desarrollo de este tipo de alojamiento en la ciudad de Tarragona. Desde enero de 2017 preside también la Asociación de Apartamentos Turísticos y Hostels –que representa a los propietarios de más de un centenar de apartamentos- con el fin de defender los intereses de los operadores locales, cohesionar este subsector, luchar contra el intrusismo y velar por la legalidad en la comercialización de las plazas. “El sector de los apartamentos de uso turístico –subraya Rosell- es el primer interesado en que las cosas se hagan bien, y nos sumamos a la Administración en la denuncia de aquellas prácticas que no se ajustan a la legislación”. Como vicepresidente de la plataforma ‘Empresaris de Tarragona’, insiste en el posicionamiento de Tarragona como un destino turístico familiar de 365 días al año.
Según comenta Iñigo Rosell en una entrevista realizada por el Indicador de Economía -y que por su interés reproduce Actual Tarragona-, la realidad de Tarragona es hoy el turismo barato. De hecho, “yo empecé con el alto standing y al final me he redirigido a un segmento intermedio”, reconoce. En todo caso, considera que la estrategia más adecuada a medio y largo plazo pasa por la atracción de visitantes con mayor poder adquisitivo en busca de cultura, buena cocina y el estilo de vida mediterráneo: “Además de playas de primer nivel y un clima extraordinario, la ciudad ofrece un cúmulo de atractivos culturales, gastronómicos, de comercio y ocio que no es fácil de igualar, así que es una cuestión de reforzar la proyección”.
¿Qué opina de las críticas que con cierta frecuencia recibe el sector de las viviendas de uso turístico?
Creo que pagamos justos por pecadores. Quienes cumplimos con los requisitos legales nos desmarcamos totalmente de los apartamentos no legalizados, que no declaran ni pagan impuestos, que suponen una competencia desleal y un negocio que huye del control de la Administración, que es necesario para una correcta planificación a medio plazo.
¿Cómo ve la salud de su sector?
A día de hoy lo que interesa en la ciudad de Tarragona es ganar capacidad; incluso cuando abra el hotel Imperial Tarraco, seguirá sin existir suficiente capacidad de alojamiento. Hay espacio para todos. Lo que no tiene sentido es copiar la normativa de Barcelona, porque son dos ciudades muy diferentes. Allí es normal poner un cierto freno, pero no es el caso de Tarragona.
Se llegó a encargar un estudio para prevenir la masificación turística…
Yo esto, con perdón, no lo entiendo. No es lógico poner unos recursos económicos, de por sí muy limitados, en hacer un estudio estratégico para cuando Tarragona esté saturada de turistas. Lo primero sería analizar cómo atraer turismo, y en el hipotético caso de que ese éxito genere alguna disfunción, estudiar como suavizar el impacto. Pero no me parece idóneo comenzar la casa por el tejado. Toda esta falta de brújula nos termina quemando.
¿Cómo ve la proyección de la ciudad?
Es fundamental trabajar en una marca turística propia, al margen de la Costa Daurada, que se mueve más por un turismo masivo estacional muy vinculado al sol y playa. Tarragona no la conoce nadie. En Barcelona pasa justo lo contrario, pero aquí hay muchísimo que hacer. No tenemos embajadores de la marca Tarragona. Se está promoviendo un Comité de la Marca Tarragona donde faltan empresarios, gente que es la que realmente se está jugando el negocio, y nombres de cierta altura que puedan servir de prescriptores.
¿Está diciendo que se ningunea la voz de los empresarios?
Los políticos hace tiempo que han prescindido de nosotros. Antes al menos estábamos con voz y voto en el Patronato de Turismo, ahora ni siquiera eso. Estamos de oyentes. Los empresarios del turismo pintamos muy poco, cuando creo que podríamos ayudar mucho a marcar las prioridades de un presupuesto que proviene de las tasas turísticas. Nos muestran lo que van a hacer sin consultar, cuando ya han tomado las decisiones y han contratado a las empresas para ejecutar las acciones.
¿Sugiere alguna receta de cambio?
Tenemos que unir a los agentes empresariales (comercio, hostelería, industria…) más relevantes para financiar la promoción de la ciudad. Hace falta un buen proyecto, y buenos profesionales para ejecutarlo. Saber dónde estamos y a dónde queremos ir en 15 años, con un consenso político de todos los partidos para no dar bandazos. Yo espero que los empresarios seamos capaces de marcar un nuevo enfoque y un nuevo ritmo, y que se nos una la Administración, que ahora mismo no escucha y está absolutamente desorientada.
¿Qué medidas concretas propondría?
Como digo, lo primero es una apuesta fuerte con un presupuesto importante para promoción. Dando el realce necesario al Patrimonio romano, por supuesto, pero también creando una infraestructura hotelera adecuada. Yo creo que toda la zona del campo del Nàstic se debería dedicar a grandes complejos hoteleros. Es la única manera de dar un salto relevante, porque Tarragona está totalmente dormida.
Suena un poco pesimista.
Soy realista. Ahora mismo la ciudad de Tarragona, en el mundo turístico, sólo es conocida por los campings. La Administración los tiene que proteger y cuidar, además de comunicarlos mejor con el centro. En otra línea de trabajo, el Ayuntamiento se tiene que volcar en atraer a las grandes cadenas hoteleras; nuestra ciudad puede pensar en un turismo para todo el año, con lo que ello repercutirá en el comercio, en la hostelería y en los servicios… La lentitud burocrática es exasperante, y por ejemplo, no hay ninguna cadena internacional en Tarragona. Pero repito, lo primero sería esa tarea de promoción en Cataluña, en España, y en el extranjero.
Esa era la idea que se perseguía con los Juegos Mediterráneos, ¿no?
Hemos hecho unos Juegos internacionales y la repercusión no ha sido la deseada. Además, no hay continuidad en el estímulo del turismo deportivo; las instalaciones están abandonadas. Se está viendo que no hay voluntad real de dinamizar toda esa inversión. Me produce tristeza las oportunidades que se están dejando perder con unas instalaciones tan espectaculares. Cuando hay un gran evento deportivo, -lo hemos visto este verano con el tenis de mesa o la natación…- lo notamos de inmediato en las reservas. Las ciudades de nuestro tamaño no acostumbran a disponer de este tipo de infraestructuras, pero no estamos sabiendo aprovecharlo.
También sigue pendiente la relación de la ciudad con el mar…
Cada vez estamos mirando un poco más al mar, pero el proceso es demasiado lento. Las playas de Tarragona son preciosas, y no tienen la masificación del centro de la Costa Daurada. La pregunta es por qué no se explotan mejor… Tenemos que ir dando pasos en ese sentido. Hasta que se solvente el problema endémico de las vías del tren, en la plataforma del Miracle propondría una concesión para un beach club, con varios chiringuitos y zonas para deporte y esparcimiento. Con respecto a la Savinosa, yo no le veo ninguna valía arquitectónica; si dependiese de mí, lo quitaría todo y levantaría una especie de hotel Wela con 300 ó 400 habitaciones.
Iñigo Rosell es empresario. Presidente de la Tarragona Associació d’Apartaments Turístics i Hostels