El presidente del Gremi de la Construcció del Tarragonés es licenciado en Derecho por la Universitat de Barcelona, Joan Romeu se acerca ya a los 60, aunque no los aparenta. Casado y con un hijo, fue socio fundador de Romeu Advocats durante una década hasta el 99. Desde 2005 es socio y director de organización y planificación de Edificacións i Reparacions Tarraco. Antes, entre 2002 y 2004, fue nombrado secretario general de Fepime (Foment del Treball). Preside el Gremi de la Construcció del Tarragonés desde hace tres años, forma parte del comité ejecutivo de la CEPTA y es miembro del Pleno de la Cambra de Comerç de Tarragona. Más allá de su actividad empresarial, Romeu es muy conocido en Tarragona dentro del mundo de la náutica, como apasionado navegante de toda la vida: en ese ámbito, ha sido presidente y miembro de la Junta del Real Club Nàutic de Tarragona, y actuó como gerente de Ports de la Generalitat de 1999 a 2001.
La Diputación de Tarragona y el Gremi de la Construcció del Tarragonés han celebrado recientemente una jornada técnica en El Seminari sobre tendencias en materiales innovadores para infraestructuras. “Se trata -explica Romeu- de una línea de colaboración que hemos comenzado, en la que también participa la URV, donde evaluamos nuevos materiales, su impacto en el ecosistema, y donde reflexionaremos sobre cómo podemos transformar esas patentes y buenas prácticas en una realidad palpable en nuestro territorio y su desarrollo”.
-¿Sería correcto decir que el sector de la construcción vive un momento dulce?
Diría más bien agridulce. El sector se mantiene estable y con previsión de que siga creciendo, pero son muchos los obstáculos que debemos sortear: la falta de talento cualificado, unida al aumento y descontrol de precios en los materiales complica la viabilidad de las empresas.
-¿Cómo les está impactando la crisis de las cadenas de suministro?
Básicamente en el aumento de los precios. Los problemas logísticos, unidos a los geopolíticos, ha provocado un incremento salvaje, en algunos casos de más del cuádruple. Ha provocado una parálisis importante; afortunadamente, parece que poco a poco nos vamos recuperando.
-¿Cómo pueden afrontar ese encarecimiento?
Llevamos tiempo invirtiendo en innovación. La búsqueda de alternativas en materiales más sostenibles y reciclados, que permiten mantener la calidad a menor coste, ya son una realidad. En Tarragona tenemos la suerte de contar con un área potente de investigación en la aplicación de nuevos materiales para la construcción.
-¿Qué expectativas depositan en los fondos europeos Next Generation?
Las expectativas son altas, más después de un parón tan fuerte por la pandemia, pero la gran mayoría no dependen de nosotros. Se determinan desde el Gobierno autonómico, sin que se promuevan alianzas con el sector privado.
-¿Están logrando resolver sus problemas de falta de mano de obra?
La realidad es que no. Es un problema grave. Después de la crisis de 2008 hubo un cambio de tendencia del que no nos hemos recuperado. El sector de la construcción ha envejecido sin que hayamos sabido atraer el talento joven. Desde el Gremi estamos trabajando en nuevas vías de atracción de talento y modelos de colaboración entre la Fundación Laboral de la Construcción, la Universidad y los Colegios con el fin de recuperar las vocaciones entre los más jóvenes.
-¿Trabajar en la construcción sigue teniendo mala imagen?
Se ha creado el estereotipo de un perfil de trabajador que dista mucho de la realidad. Después de 15 años y de sortear muchos baches, las empresas que se han mantenido son aquellas que han demostrado gran capacidad de resiliencia y de transformación. Empresarios que batallan, a pesar de no poder contar con la Administración, y a pesar del desprecio de una sociedad que sigue viendo “al tío de la boina y el lápiz en la oreja”. Desde el Gremi, tenemos claro que debemos conseguir ser vistos como un sector atractivo para un nuevo tipo de profesional, más exigente con sus conocimientos y de un alto compromiso social y medioambiental.
-¿Es un sector con mano de obra excesivamente envejecida?
Mucho. Nos toca trabajar con el sector de la formación para ser capaces de trasladar las necesidades de la empresa y del sector a la Formación Profesional y a la Universidad.
-¿Hay avances significativos?
Todavía es una de las asignaturas pendientes. Desde el Gremi estamos impulsando un diálogo con los diferentes actores del mundo de la formación para generar programas y titulaciones profesionales que nos permitan crear una bolsa de talento local. Para nosotros, es la mejor forma de contribuir al desarrollo del territorio: estimular nuevas vocaciones, ofrecerles puestos de trabajo atractivos, y que nuestros jóvenes se queden.
-¿Qué papel asumen las empresas a la hora de formar y atraer a los jóvenes?
A día de hoy, asumimos prácticamente toda la formación de nuestros jóvenes. La dedicación y el coste en formación es muy alto. Cada día se constata el gap que existe entre los contenidos académicos y la realidad de la empresa. La innovación y la tecnología han irrumpido con fuerza sin que desde el mundo académico se hayan adaptado. Construir espacios sostenibles con materiales innovadores y reciclados cambia el perfil del profesional.
-Respecto a la vitalidad del sector, ¿ven diferencias a nivel nacional, regional o local?
El sector es bastante homogéneo en general, pero sí vemos que la inversión en infraestructuras y carreteras en la ciudad de Tarragona es mucho menor que en otras ciudades cercanas. Un ejemplo claro es el de Vila-seca, que apuesta por desarrollar e impulsar nuevos proyectos de construcción que funcionan como un polo de atracción en la provincia, en detrimento de la capital. Allí detectas más vitalidad.
-¿Cómo está afectando la paralización del POUM en la capital?
La suspensión del POUM ha generado una situación de parálisis en un momento de demanda alta. Esto ha generado un aumento de precios difícil de sostener en el tiempo. Tarragona se convierte en una ciudad cara por falta de oferta, y el efecto de este diagnóstico es la huida de las familias a otros municipios cercanos donde pueden adquirir un solar o una vivienda a un precio más asequible. Tarragona puede llegar a convertirse en una ciudad dominada por una pirámide de población envejecida, incluso tendente a la despoblación.
-¿Seguirá escalando el precio del alquiler?
Sin ninguna duda en Tarragona ciudad. La falta de vivienda en el mercado implica aumento de los precios, y veremos esos incrementos también en el alquiler.
-¿Tienen alguna utilidad los Consells de l’Habitatge?
No lo hemos podido constatar. Nos han invitado a participar, pero no ha habido reuniones todavía. Somos un colectivo comprometido, y aportaremos nuestro tiempo y conocimiento al servicio de la Administración y de la comunidad con el ánimo de remar hacia el mismo objetivo: una ciudad mejor, más sostenible y con mayor justicia social.
-¿Habría que escuchar más a los empresarios a la hora de diseñar la política urbanística?
Totalmente, al menos escucharlos y tener en cuenta sus aportaciones. Empresarios y profesionales del sector, que son los que saben, deben de tener un papel relevante a la hora de diseñar la política urbanística de una ciudad y de su entorno.
*Entrevista publicada en el Indicador de Economía
https://www.indicadordeeconomia.com/
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